Comer y beber en Delhi, un peligro para la salud | |||
Agua corriente con residuos fecales y alimentos con restos de pesticidas prohibidos son los hallazgos de sendos estudios conocidos en Delhi esta semana, que alertan del peligro para la salud de la población de la capital india.
Al menos el 18 por ciento del agua que llega a los hogares delhíes está contaminada con heces humanas, debido a la corrosión de las cañerías, las indebidas conexiones entre redes de desagüe y suministro y los constantes cortes, que obligan a la ciudadanía a acumular el agua en depósitos.
Esa fue la conclusión de un estudio del agua suministrada por el Consejo de Aguas de Delhi, que provee al 60 por ciento de los hogares de la capital india.
"En 100 mililitros de agua había más de diez bacterias, la mayoría de ellas debida a la contaminación fecal. Este agua no es apta para el consumo", denunció el presidente del Comité de Salud Pública de la Corporación Municipal, V.K.Monga.
Agua como ésta, añadió a la agencia IANS, causa enfermedades como gastroenteritis, cólera, tifus e ictericia.
Con 16 millones de habitantes, sólo la minoría delhí más pudiente e instruida dispone de recursos e información para proteger su salud en lo posible, consumiendo agua embotellada o filtrada.
Otro hallazgo que arroja sombras sobre la India del gran crecimiento de los últimos años llevó a la intervención esta semana de la Corte Superior de Delhi, que dio al Gobierno hasta el 11 de mayo para repetir un estudio que halló pesticidas prohibidos en las hortalizas de sus mercados.
Elaborado por la organización de consumidores Consumer Voice (CV), el análisis detectó clordano, endrina, heptacloro y paratión-etil en espinacas y "karelas" (melón amargo), cuya producción, importación y uso están prohibidos internacionalmente, también en la India.
Además, se detectaron residuos de otros pesticidas en patatas, tomates o coliflores en cantidades que superaban hasta 750 veces los límites permitidos por la UE, aunque no los admitidos en la India, "muy laxos", porque "no han sido revisados en 25-30 años", dijo a Efe el subdirector de CV, Sisir Ghosh.
El Gobierno intentó refutar ante los jueces que hubiera un peligro para la población, "pero la Corte no se dio por satisfecha".
"Sobre el papel, hay inspectores de alimentos" pero la Ley de Seguridad Alimentaria "no se implementa apropiadamente", dijo.
El Tribunal pidió comprar frutas y vegetales en mercados por toda la ciudad y examinarlos en laboratorios certificados, como ya había hecho CV, y observó que "es difícil percibir cómo reaccionará la comunidad" si se confirma que esos alimentos "se han convertido en altamente tóxicos en el proceso de cultivo y conservación".
Otros análisis de CV detectaron restos de pesticidas superiores a los permitidos en la India en cerezas del mercado delhí y por encima de lo aprobado por la UE en mangos, kiwis, papayas, peras, ciruelas y otras frutas; así como contaminación bacteriana en tres de ocho marcas de "rasgullas", un dulce de leche enlatado muy popular.
Como alertó CV, los riesgos para la salud van más allá del recurrente "Delhi belly" (diarrea), pues los pesticidas pueden causar cáncer, problemas neurológicos y hormonales o daños al hígado, el riñón y los pulmones.
Según datos de la Fundación India de Salud Pública, el 80 por ciento de las muertes prematuras en el país "son atribuibles a la comida y el agua insalubres".
"La ironía es que... ¿qué podemos hacer? Igualmente tenemos que comer", se lamentó Ghosh.
Para este activista, uno de los grandes problemas es la falta de educación de los agricultores, en su mayoría analfabetos, sobre el peligro al que se exponen a sí mismos y a la población con el abuso de pesticidas, así como la ausencia de supervisión y de castigo severo para los que incumplen la ley.
Se une a ello una falta de conciencia sobre la importancia de mantener la higiene y la cadena de frío en el proceso alimentario, obvia cuando se entra en mercados que apestan, sin apenas frigoríficos y llenos de moscas como el INA, en el centro de Delhi, uno de los más caros y mejor surtidos de la ciudad.
Tampoco es infrecuente encontrar a la venta, en los poquísimos supermercados existentes -la India mantiene cerrada la inversión extranjera en el sector- productos frescos de importación ya caducados o alimentos recongelados en sucesivos cortes de fluido eléctrico.
A las puertas del INA Market, Pushpa Chand explica a Efe que protege a su familia "cocinando muy bien" los alimentos para matar los gérmenes. Pero, con los pesticidas, "nada podemos hacer, salvo que cultivemos nuestros propios vegetales".
Karan, que sí dispone de una pequeña huerta, se suma a Pushpa al exigir al Gobierno que "supervise concienzudamente" los cultivos "y se asegure de que los campesinos no usan pesticidas dañinos".
Al menos el 18 por ciento del agua que llega a los hogares delhíes está contaminada con heces humanas, debido a la corrosión de las cañerías, las indebidas conexiones entre redes de desagüe y suministro y los constantes cortes, que obligan a la ciudadanía a acumular el agua en depósitos.
Esa fue la conclusión de un estudio del agua suministrada por el Consejo de Aguas de Delhi, que provee al 60 por ciento de los hogares de la capital india.
"En 100 mililitros de agua había más de diez bacterias, la mayoría de ellas debida a la contaminación fecal. Este agua no es apta para el consumo", denunció el presidente del Comité de Salud Pública de la Corporación Municipal, V.K.Monga.
Agua como ésta, añadió a la agencia IANS, causa enfermedades como gastroenteritis, cólera, tifus e ictericia.
Con 16 millones de habitantes, sólo la minoría delhí más pudiente e instruida dispone de recursos e información para proteger su salud en lo posible, consumiendo agua embotellada o filtrada.
Otro hallazgo que arroja sombras sobre la India del gran crecimiento de los últimos años llevó a la intervención esta semana de la Corte Superior de Delhi, que dio al Gobierno hasta el 11 de mayo para repetir un estudio que halló pesticidas prohibidos en las hortalizas de sus mercados.
Elaborado por la organización de consumidores Consumer Voice (CV), el análisis detectó clordano, endrina, heptacloro y paratión-etil en espinacas y "karelas" (melón amargo), cuya producción, importación y uso están prohibidos internacionalmente, también en la India.
Además, se detectaron residuos de otros pesticidas en patatas, tomates o coliflores en cantidades que superaban hasta 750 veces los límites permitidos por la UE, aunque no los admitidos en la India, "muy laxos", porque "no han sido revisados en 25-30 años", dijo a Efe el subdirector de CV, Sisir Ghosh.
El Gobierno intentó refutar ante los jueces que hubiera un peligro para la población, "pero la Corte no se dio por satisfecha".
"Sobre el papel, hay inspectores de alimentos" pero la Ley de Seguridad Alimentaria "no se implementa apropiadamente", dijo.
El Tribunal pidió comprar frutas y vegetales en mercados por toda la ciudad y examinarlos en laboratorios certificados, como ya había hecho CV, y observó que "es difícil percibir cómo reaccionará la comunidad" si se confirma que esos alimentos "se han convertido en altamente tóxicos en el proceso de cultivo y conservación".
Otros análisis de CV detectaron restos de pesticidas superiores a los permitidos en la India en cerezas del mercado delhí y por encima de lo aprobado por la UE en mangos, kiwis, papayas, peras, ciruelas y otras frutas; así como contaminación bacteriana en tres de ocho marcas de "rasgullas", un dulce de leche enlatado muy popular.
Como alertó CV, los riesgos para la salud van más allá del recurrente "Delhi belly" (diarrea), pues los pesticidas pueden causar cáncer, problemas neurológicos y hormonales o daños al hígado, el riñón y los pulmones.
Según datos de la Fundación India de Salud Pública, el 80 por ciento de las muertes prematuras en el país "son atribuibles a la comida y el agua insalubres".
"La ironía es que... ¿qué podemos hacer? Igualmente tenemos que comer", se lamentó Ghosh.
Para este activista, uno de los grandes problemas es la falta de educación de los agricultores, en su mayoría analfabetos, sobre el peligro al que se exponen a sí mismos y a la población con el abuso de pesticidas, así como la ausencia de supervisión y de castigo severo para los que incumplen la ley.
Se une a ello una falta de conciencia sobre la importancia de mantener la higiene y la cadena de frío en el proceso alimentario, obvia cuando se entra en mercados que apestan, sin apenas frigoríficos y llenos de moscas como el INA, en el centro de Delhi, uno de los más caros y mejor surtidos de la ciudad.
Tampoco es infrecuente encontrar a la venta, en los poquísimos supermercados existentes -la India mantiene cerrada la inversión extranjera en el sector- productos frescos de importación ya caducados o alimentos recongelados en sucesivos cortes de fluido eléctrico.
A las puertas del INA Market, Pushpa Chand explica a Efe que protege a su familia "cocinando muy bien" los alimentos para matar los gérmenes. Pero, con los pesticidas, "nada podemos hacer, salvo que cultivemos nuestros propios vegetales".
Karan, que sí dispone de una pequeña huerta, se suma a Pushpa al exigir al Gobierno que "supervise concienzudamente" los cultivos "y se asegure de que los campesinos no usan pesticidas dañinos".
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