Hace cincuenta y tres años, los
doctores Francisco De Venanzi y Espíritu Santos Mendoza se reunieron en el
rectorado de la universidad para que de la Comisión Universitaria surgiera la
resolución mediante la cual se creaba la Escuela de Salud Pública de la
Universidad Central de Venezuela.
Es el producto de más de veinte
años de anhelos y propuestas de uno de los movimientos de salud pública más
importantes de toda la américa latina. La figura central de José Ignacio Baldó,
quien tomó el bastón de mando, luce señera en el nacimiento de la
criatura.
El Ministerio había asumido la
formación del personal desde su creación; se traían expertos en enfermería para
que formaran a las de aquí, se formaban inspectores, trabajadores sociales,
bibliotecarias, cirujanos, psiquiatras, higienistas, malariólogos. Los primeros
cursos de postgrado del país fueron los de salud, y se iniciaron en el
Ministerio.
Desde el mismo año de 1936 los
sanitaristas formados en el exterior insisten ante las autoridades acerca de la
necesidad de formar personal en el país, y es por eso que se organiza el primer
curso de médicos higienistas. El primer proyecto de creación de la Escuela data
de 1943, y según cuentan, no progresa por asuntos relacionados con intereses
políticos y económicos, supuestos asuntos que siempre han permitido a los
políticos venezolanos excusarse ante la pérdida de auténticas posibilidades de
desarrollar estrategias e instituciones que han debido apoyar los avances del
país.
El hecho es que en uno de los
escritos del doctor Baldó se lee algo así como que el Ministerio se está
desviando de lo que es su prioridad, la atención de los problemas de salud, y
que ya la universidad está lo suficientemente madura para entregarle toda la
experiencia acumulada durante los más de 20 años previos.
A la Escuela se adscriben no sólo
los cursos de higienistas y luego los de epidemiología y hospitales, sino
también los de las especialidades médicas consideradas prioritarias, como
cirugía, medicina interna, anatomía patológica, pediatría, dermatología y
venereología, cardiología, tisiología. También las tecnologías encuentran
espacio en la institución; inspección de salud pública con su curso
internacional, luego radiología y cardiopulmonar, fisioterapia y terapia
ocupacional, y el último, el de información en salud.
El movimiento sanitario venezolano,
es posible que el más importante de América Latina en ese momento, estaba muy
feliz con esa criatura. A ella acudieron a dictar cátedra, además de Baldó,
todos los jefes de los programas del Despacho.
A la Escuela acudieron, bien fuera
a estudiar o a conocer acerca de su desarrollo, personas de la salud pública del
continente, quienes luego fueron muy importantes en sus respectivos
países.
Las especialidades médicas pasaron
a la Facultad de Medicina cuando ésta organizó su dependencia de postgrado,
repitiéndose lo que Baldó señaló antes acerca de la madurez necesaria de la
universidad para enfrentar las responsabilidades. La generosidad del Despacho y
de la Escuela quedó otra vez de manifiesto.
Las carreras técnicas continuaron
su desarrollo, apoyadas por la organización y la disciplina de la Escuela, hasta
el punto de poder andar con independencia en procura de una nueva escuela de la
facultad que ya es urgente que las acoja. De nuevo, hasta aquí llegó la Escuela
generosa.
La contribución de la Escuela al
movimiento de salud pública del país resulta más que evidente. Todos los
programas y establecimientos de salud fueron desarrollados por quienes egresaron
de los cursos medios y superiores de la institución. La labor desarrollada por
los inspectores de salud pública y el trabajo de los técnicos de las distintas
disciplinas, también tiene su origen en la Escuela. Los departamentos y cátedras
de salud pública de todas las universidades del país se nutrieron de los
egresados de la Escuela de Salud Pública. La Escuela es pionera de los cursos
extramuros de salud pública y de la realización coordinada con otras
universidades de los cursos de tecnología.
La coyuntura actual es muy difícil,
sin embargo, la Escuela no puede eludir los retos; uno de ellos, su doctorado,
por el cual están clamado sus egresados. Deben reorganizarse con profundidad sus
especialidades en hospitales, epidemiología y salud pública. Su r
publicación del blogger Notas del Consejo de Facultad evista, con 48 años de existencia es la única en la especialidad y una de las más antiguas del país. Hay que bregar por nuevos espacios físicos y equipamiento moderno. Debe procurarse la independencia total de las carreras de pregrado, para las cuales vale una vez más la expresión de Baldó referida a que la Escuela las apoyó hasta que se hubieron desarrollado.
publicación del blogger Notas del Consejo de Facultad evista, con 48 años de existencia es la única en la especialidad y una de las más antiguas del país. Hay que bregar por nuevos espacios físicos y equipamiento moderno. Debe procurarse la independencia total de las carreras de pregrado, para las cuales vale una vez más la expresión de Baldó referida a que la Escuela las apoyó hasta que se hubieron desarrollado.
Queridos amigos, no podía terminar
el día sin rendirle un humilde tributo a mi querida Escuela, hogar y refugio de
la casi totalidad de mi vida profesional y personal, y compartirlo con ustedes,
mis amigos y compañeros y en el recuerdo de tanta gente buena que nos acompañó
en esta saga.
Con afecto,
Paúlde Medicina UCV
No hay comentarios:
Publicar un comentario